|
Atemporal y solo, postrado en la penumbra de una pequeña lámpara resumo. El aire frío me resulta irrespirable, pero el calor del bombillo, y una desconocida razón, me mantienen despierto. Otros han labrado para mí; que no soy nadie, como ellos, una convención silogística que contiene en su totalidad algo que no es posible comprender aun por quienes pretenden encontrar en la hermenéutica una justificación de sus injustificadas acciones. Yo, menos ambicioso resumo. Resumir, mi acción, me justifica. Eso es lo único que hago, o que me es dado hacer. Ignoro la suerte de quienes me ignoran, así como la génesis de mi situación. Ya olvidé los motivos que me trajeron a este estado del no-ser, pero eso no impide que continúe. La razón, repito lo que está subrayado, no puede justificar la libertad de acción. Eso que algunos llaman libre albedrío no es más que el fruto inconsciente de la ignorancia de quienes no se han tomado el trabajo de reflexionar sobre sí mismos. Las consecuencias suceden a las causas, y nosotros ejercemos nuestro destino. Yo por caso, simple efecto que deviene en nuevas causas, labro en ese intrincado juego una maquinal discreción de mi fatuo porvenir profesional
¿Dije "porvenir"?
Eso que otros llaman tiempo no es más que, como el espacio, una vana entelequia, una intuición a priori de la inconsciencia que subyuga todo intento subjetivo de la multiplicidad por aflorar. La noción de "individuo" como ente autónomo escalda en lo más profundo de la unidad total que la contiene, pero condenada por su propia concepción irrisoria se escuece.
Erigido inmarcesible, el todo parmenideo; entero, inmovil, ilimitado, infinito… se impuso razonablemente, a pesar del fuego y las apariencias, a pesar del cambio, a pesar del río que fluye y a pesar del cógito, eso que es lo que soy, pero que no sé bien qué es…
Fuera de las intuiciones solo hay fenómenos, y la innegable vivencia de que estos pueden existir. Más allá de eso, incertidumbre, y con ella la impotencia, las limitaciones. Si el todo es inaccesible, inabarcable: ¿a qué perderse [y a qué encontrarse] nos lleva el pensamiento?
Y el nihilismo que se niega por el absurdo, y el absurdo por el nihilismo. Incluso las posibilidades más conspicuas carecen de sentido. Y el sentido, eso que inventamos, nos consume en su inconmensurable retórica.
Entre tanto a mí, personalmente, me gusta pensar que he elegido todo esto. No por su magnificencia o, más bien por lo miserable, sino por esa pequeñez que representa el saber que si lo elegimos, lo podemos cambiar... Razonamiento infundado, sí, pero ¡ay!, que es tanto...
|
