Hacía rato que quería leer "La trama celeste" de Adolfo Bioy Casares. Lo busqué por la zona, librerías cercanas (incluso conocidas), pero no lo encontré. "Agotado", "no se consigue", y diversas excusas sin fundamento me alejaron de la idea de que sería fácil encontrarlo. Tal vez con ése argumento como excusa me propuse conseguirlo, aunque más no fuera, usado. Pensé, y recurrí al lugar que nunca me había fallado en este sentido: "el Parque Rivadavia". Pregunté nuevamente, en todos y cada uno de los stands, luchando contra padres y colegiales indómitos por conseguir manuales de lectura encargados, de seguro, por sus mezquinas maestras. Sin resultado alguno... Me dije, y me desdije que no sería fácil conseguirlo sin la ayuda tecnológica. Recurrí (cuando no) a Internet. Era obvio que allí estaría, pero comprar las cosas por este medio le quita a la búsqueda el acto romántico de la presencia, la de recorrer la librería o biblioteca, o diversos lugares culturales de índole literario. Sin embargo un dato fundamental lo obtuve en la red, el nombre de la editorial que en 1999 había tenido la brillante idea de re-editarlo: "Editorial Losada". Corrientes, calle cultural por designio, de librerías, cines y teatros. "Si un libro no ha de estar allí, es porque seguramente no existe", se dice. Y que mejor idea que la de dirigirse a la librería de dicha editorial, que allí se encuentra, y averiguarlo. Extasiados por los aires de la Capital, (en pleno centro, en medio de las vacaciones de invierno las calles, y Corrientes especialmente, resultan sitios cuasi intransitables), incontables turistas de todas las clases, y madres ¿solteras tal vez? jóvenes y lindas seguro, con sus hijos ávidos de ver espectáculos infantiles colmaban las veredas. Cientos de personajes disfrazados ofrecían entradas a mitad de precio u ofertas de características similares para que la gente acceda a sus shows, prestos a empezar de un momento a otro. Con todo ésto como obstáculo, pude por fin llegar al anhelado lugar, no sin antes darme el lujo de pasar por otros similares, para finalmente encontrar luego de revolver estantes, la tan preciada obra, el único ejemplar parecía ser. No me preocupé, sentí que ya había alcanzado la meta propuesta, lo coloqué en su sitió (creí) y me dejé atrapar por el lugar, empecé entonces a recorrer los estantes... cuántos autores contemplé con profesa admiración, obras nacionales, y extranjeras, recordé la lista de libros a leer, busqué y encontré todos y cada uno de ellos, incluso los que ya había tachado. Los segundos fueron minutos, y estos a su vez fueron horas (una) o vaya uno a saber el tiempo transcurrido dentro del inmenso local. Es sabido que el tiempo obra de formas incomprensibles por el hombre, ya de por sí, y contrariamente a lo que se puede llegar a pensar, no es lineal, no es percibido de tal forma, suele pasar más rápido en determinadas ocasiones, y más lenta en otras. Me encontraba entonces cerca de uno de los tantos mostradores, donde erguida se ubicaba en su puesto de trabajo una vendedora de unos 60 y tantos años. Pregunté con indolentes palabras por el precio del ejemplar en un principió hallado. - Ese libro no lo tenemos - dijo la vendedora luego de consultar sin ganas, en una antigua PC. - Sí si. Recién lo acabo de ver - afirmé rápidamente. Quitó por fin la vista de un catálogo que estaba observando para mirarme fijamente y repitió: -es imposible que lo hayas visto, ese libro no está, se agotó, no figura. En este punto imaginé acaso haber sido parte de una visión de algo inexistente, tuve en mis manos la idea creada tal vez por mis deseos, ¿fue tan solo una ilusión? me pregunté. No cabía entonces en mí la posibilidad de que la vendedora, vieja y sabia, acompañada por una sofisticada máquina incapaz de equivocarse y tan perfecta para realizar tareas arduas y fatigosas como lo son las bases de datos, estuviera en una posición errónea. - Traemeló si lo viste -desafió con tono irónico la vendedora. Confundido me dirigí nuevamente hasta el estante de la letra "B", uno de los primeros en el orden alfabético (mi preferido por los autores que acoge), y coloqué de inmediato la mirada en el lugar donde lo había visto unos instantes atrás. No estaba!!! "ZAZ". ¿Podría especular con una historia semejante acaso? No, no lo había imaginado, no lo soñé, ni tampoco un comprador furtivo lo había acechado antes de que volviera, nada de eso ocurrió. Simplemente yo, presuroso de la emoción del encuentro que me otorgaba el ansiado ejemplar, había decidido guarecerlo debajo de otros, ocultarlo de presuntos competidores, tal vez a sabiendas de que permanecería en aquel sitio un tiempo considerable. Removí entonces la pila de libros donde sabía que estaría, y lo volví a ver, allí estaba, tan celeste como su nombre describe. Lo tomé y con un poco de malicia me volví hacia la vendedora mostrando desde lejos el ejemplar que brillaba ahora ante mi mirada con un tono majestuoso, y se acercaba con pasos presurosos hacia el mostrador donde ésta se apostaba indiferente. Lo coloqué sobre el mismo y la miré a los ojos en un tono indolente. Horrorizados éstos, no hicieron otra cosa más que posarse sobre el característico ejemplar... consultó nuevamente con el aparato. -¡No figura! -repitió- ¿De donde lo sacaste? -en un último intento desesperado para no dar lugar al hecho que ofuscaría su posición. - Del estante de la B larga - respondí, como si esto no fuera lógico. Y en un movimiento tan veloz como inesperado por mí, tomó el desdichado libro y con presura lo colocó debajo del mostrador, a la altura de sus rodillas. Sorprendido pregunté: - ¿Qué hace? - No te lo puedo vender -con voz displicente- ése libro está fuera de catálogo, no figura en stock, no lo podés llevar. Cabizbajo me retiré del lugar, con la extraña sensación de la derrota.
No, no ahondaré en más detalles sobre los acontecimientos que continuaron a lo anteriormente descrito... me espera junto al escritorio un ejemplar nuevo de "La Trama Celeste", y no puedo esperar más para leerlo. No se dejen vencer, se consigue sin más, esta maravillosa obra en cualquier otra librería de la calle Corrientes, y vale la pena leerla!!!
|