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And Remember
"There is no dark side of the moon really. Matter of fact it's all dark."
Es triste ver como este espacio fue tornándose periódicamente (pero tan periódicamente) en un lugar donde confluyó el amor y su sinónimo, el desengaño. Una gran poetisa nacional y anónima me dijo una vez que la tristeza era un estado ansiado para la creación. "Lo cierto es que la tristeza tiene una gran aceptación para el lector" dijo Bioy Casares. Eso ya estaba en los griegos (Léase el tercer capítulo del discurso sobre Poética de Aristóteles). Ese sentimiento siempre estuvo entre nosotros. Está en Sófocles y en Shakespeare. Está en Rayuela de Cortázar, y en su antecedente el Adán Buenosayres de Marechal. Gravita todas las obras de Sábato y todo el Lunario Sentimental de Lugones. Están en estos contradictorios versos de Whitman:
"I am he that aches with amorous love, Does the earth gravitate; does not all matter, aching, attract all matter? So the body of me to all I meet or know."
Y en éstos de un mal discípulo suyo:
"Lo que más me duele de tu amor es no tenerlo, porque sólo tenemos una cosa en común... ...la incapacidad de amarnos."
El carácter melancólico de la creación no es un estado novedoso de la misma, en mi caso me perturba, y últimamente me llevan a hablar de lo mismo. Lejos de la antinomia, el amor y el desencuentro parecieran ser dos caras de la misma moneda. Uno es el responsable de sus éxitos, tanto como de sus fracasos, y las pocas veces que releo lo que escribo me llevan a la idea, no de tener pocos éxitos, sino de repetir fracasos...
Para no perder la monótona costumbre, ese sentimiento se continúa en este post.
No hace mucho conocí una hermosa mujer sólo 7 años mayor que yo, cuyo canon de belleza transitaba en partes iguales por lo físico y por lo intelectual. Fue mi profesora de "Artes Combinadas", y su materia, que ya con antelación era de mi gratitud se transformó en un repetido goce deleitual del adoctrinamiento cultural de las formas clásicas y contemporáneas. No soy mejor alumno si mi atención no recae del todo en el objeto de estudio. Así al final de la cursada ese incauto comportamiento se manifestó en un desesperado 6 como nota definitiva. Hace menos tiempo aún, el recuerdo de aquel primer cuatrimestre del 2005 y la necesidad de buscar un tutor para mi proyecto de tesis final sobre "La adaptación de la literatura a los medios audiovisuales en el ámbito nacional desde el comienzo del siglo XXI hasta hoy día" me llevo a preguntar por ella en secretaría. Conseguí su teléfono y luego de muchas dudas la llamé.
Voz masculina: Hola Yo: Hola. Está "X" (No tienen porque saber su nombre) Voz masculina: Mirá, ella hace poco recién acaba de salir. Yo: Ah, no sabés cuando la puedo encontrar?, porque yo soy un alumno de ella y quería. Voz masculina: Y... no sabría decirte. Pasa que estamos medio ocupados y ella anda a las corridas, hasta el fin de semana va a ser difícil. Yo: Ah! Bueno, no hay problemas, la llamo la otra semana, total no hay apuros. Voz masculina: Y, va a ser más difícil. Yo: Uh... ¿mucho trabajo? Voz masculina: Más o menos, pasa que este fin de semana nos casamos, y nos vamos a ir unas semanas a Brasil de luna de miel, así que no sabría decirte cuando la podés llamar, pero ¿querés que le deje algún mensaje? Yo: No no, preferiría que no le dijeras nada... Es más, preferiría que nunca más le dijeras nada. (Esto último lo dije con el teléfono colgado.)
Es increíble lo que duran las vanas entelequias. Ahora no tengo proyecto de tesis, ahora no tengo tutor, ahora no tengo ilusiones... Con suerte algún día me graduare, si es que a eso se le puede llamar suerte...
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