El concepto de contingencia hace definición de las cosas que no necesariamente pueden ocurrir... Las que sí, siempre pensé que podían suceder de dos formas: o bien deliberadamente (causalidad), o bien circunstancialmente (casualidad). En la primera intervendría la voluntad, en la segunda el azar. Los límites absolutos serían el libre albedrío por un lado, y el destino por el otro. Si vivimos entre uno y otro límite, ciertamente confluirá en nosotros la libertad, y el confinamiento... Nuestras acciones serán nuestras a medias, la otra mitad será no nuestra... Pero lo “no nuestro” de quién es (?). No de nosotros precisamente... Si en algo podemos influir en eso que no nos pertenece ya estaremos logrando mucho, pero precisamente no sería “no nuestro” si pudiera ser influido por nosotros... La clave no está entonces en modificar lo que de nosotros no depende, sino de entender que si bien hay cosas que no dependen de nostros, hay otras que sí. Distinguir el límite implicaría poder actuar con mesura; traspasarlos, con osadía; rezagarlos, con mojigatería. Quien, como yo, pretende que las cosas le pasen en lugar de hacerlas pasar lejos de la prudencia afecta cobardía, y lejos de la sensatez, necedad.............. pero yo prefiero que las cosas me pasen... no valoro mucho lo mío, y no sé... el azar, la casualidad, tienen otro gusto... Ya lo sé: "la excusa más cobarde es culpar al destino". Si no se enfrenta a la realidad, ésta se lo lleva a uno puesto... y yo cada día siento más que todavía me falta la vida...
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